Asteísmo
Alabanza con apariencia de vituperio. Así, cuando el Vituperio se dirige a un silencioso Santo Tomás en el Auto del Sacro Parnaso, le dice así:
Que ni voz ni labio mueve,
y aun por eso le llamaron
el buey mudo en sus niñeces;
porque calló hasta que pudo
dar un bufido tan fuerte
que estremeció a su bramido
toda la herética gente.