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Hipérbole

Recurso propio del pahtos que consiste en una exageración tal que se sale de la realidad, como por ejemplo en “está tan gordo que tiene su propio código postal”. Presenta desproporcionadamente cualquier hecho, situación, característica o actitud, ya sea por exceso (aúxesis) o por defecto (tapínosis):

Señor excelentísimo, mi llanto
ya no consiente márgenes ni orillas:
inundación será la de mi canto.
Ya sumergirse miro mis mejillas,
la vista por dos urnas derramada
sobre las aras de las dos Castillas…
F. de Quevedo.

Aquí Quevedo simula que los ríos que atraviesan las dos Castillas son el caudal de sus propias lágrimas y que su copia de agua es tal como para causar inundaciones. La hipérbole es apropiada para la expresión de lo patético o lo humorístico. En el siguiente ejemplo, Gerardo Lobo describe la aldea diminuta en que se halla, perdida entre los montes de Toledo:

Ahora el lugar te describo,
pues la ociosidad abunda:
sobre un guijarro se funda,
sólo un candil le amanece,
un tomillo le anochece
y una gotera le inunda…
Eugenio Gerardo Lobo.

El dictador era un hombre cuyo poder había sido tan grande que alguna vez preguntó qué horas son y le habían contestado las que usted ordene mi general… Gabriel García Márquez.

Niña te quiero tanto,
niña, tanto te quiero
que si me sacan los ojos,
te miro por los agujeros…
Quintín Cabrera

Yace en esta losa dura
una mujer tan delgada
que en la vaina de una espada
se trajo a la sepultura.
B. del Alcázar

Con mi llorar las piedras enternecen
su natural dureza y la quebrantan;
los árboles parece que se inclinan;
las aves, que me escuchan cuando cantan,
con diferente voz se condolecen
y mi morir, cantando, me adivinan;
las fieras que reclinan
su cuerpo fatigado,
dejan el sosegado
sueño para escuchar mi llanto triste…
Garcilaso, Égloga I.

Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que, por doler, me duele hasta el aliento…
Miguel Hernández.

No hay extensión más grande que mi herida… M. Hernández.

La hipérbole es predominantemente un recurso cómico, pero también puede usarse, como en estos últimos ejemplos, para expresar la desesperación. Un ejemplo en que se aprecia muy bien el efecto cómico de una hipérbole por medio de un anticlímax es el siguiente:

Los criados del arzobispo

Casó de un arzobispo el despensero,
y la noche que el novio se acicala
para hacer de la novia cata y cala
y repicar el virginal pandero,

le dijo el mayordomo: «Por mí quiero
que un cañonazo más tire con bala»;
esto dijo el veedor, el maestresala,
un paje, el galopín y el cocinero.

Fue a su casa, y el caso sucedido
contó a la novia, y trece priscos diole,
siete por él, y siete encomendados.

Íbase ya a dormir tan de rendido…
mas la novia le llama y preguntole:
«¿No tiene el arzobispo más criados?»