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Esticomitia

Concentrar en un solo verso un pensamiento completo. Es un recurso conceptista que presta al poema una gran sentenciosidad, pero se encuentra también, por ejemplo, en el Cantar de Mio Çid. Es un rasgo acusado del estilo de Quevedo:

Del vientre a la prisión vine en naciendo;
de la prisión iré al sepulcro amando,
y siempre en el sepulcro estaré ardiendo…
2 Poesía original, 475

Su cuerpo dejará, no su cuidado,
serán ceniza, mas tendrá sentido
polvo serán, mas polvo enamorado

Premiad con mi escarmiento mis congojas;
usurpe al mar mi nave muchas naves;
débanme el desengaño los pilotos
Poesía original, núm. 7

Quevedo suele combinar este recurso en los tercetos de un soneto con respuestas simétricas a cada verso del primero en el segundo:

¿Qué tienes, si te tienen tus cuidados?
¿Qué puedes, si no puedes conocerte?
¿Qué mandas, si obedeces tus pecados?

Furias del oro habrán de poseerte;
padecerás tesoros mal juntados;
desmentirá tu presunción la muerte.
Poesía original, núm. 116

Alma a quien todo un dios prisión ha sido
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Poesía original, núm. 472

En este fragmento del Canto general, Pablo Neruda refuerza con un tono de letanía paralelística el efecto sentencioso de la esticomitia:

La educación del cacique Lautaro

Fue su primera edad sólo silencio.
Su adolescencia fue dominio
Su juventud fue un viento dirigido.
Se preparó como una larga lanza.
Acostumbró los pies en las cascadas.
Educó la cabeza en las espinas.
Ejecutó las pruebas del guanaco.
Vivió en las madrigueras de la nieve.
Acechó la comida de las águilas.
Arañó los secretos del peñasco.
Entretuvo los pétalos del fuego.
Se amamantó de primavera fría.
Se quemó en las gargantas infernales.
Fue cazador entre las aves crueles.
Se tiñeron sus manos de victorias.
Leyó las agresiones de la noche.
Sostuvo los derrumbes del azufre.

Se hizo velocidad, luz repentina.

Tomó las lentitudes del Otoño.
Trabajó en las guaridas invisibles.
Durmió en las sábanas del ventisquero.
Igualó la conducta de las flechas.
Bebió la sangre agreste en los caminos.
Arrebató el tesoro de las olas.
Se hizo amenaza como un dios sombrío.
Comió en cada cocina de su pueblo.
Aprendió el alfabeto del relámpago.
Olfateó las cenizas esparcidas.
Envolvió el corazón con pieles negras.

Descifró el espiral hilo del humo.
Se construyó de fibras taciturnas.
Se aceitó como el alma de la oliva.
Se hizo cristal de transparencia dura.
Estudió para viento huracanado.
Se combatió hasta apagar la sangre.

Sólo entonces fue digno de su pueblo.



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[2] En este caso se refuerza mediante una concatenación.