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Ditología o geminación

Dámaso Alonso la llamó también “sintagma binario no progresivo”. Figura retórica que consiste en unir palabras o sintagmas en parejas unidas por una conjunción o yuxtapuestas por una coma. Si se trata de proposiciones, se denomina bimembración, que puede extenderse a más miembros como trimembración, cuatrimembración, etc… El abuso de la ditología indica que estamos ante un texto que imita a Cicerón y muy probablemente del siglo XVI o comienzos del XVII. Obsérvese el equilibradísimo ritmo binario de la Epístola moral a Fabio, del que sólo señalo las más evidentes bimembraciones y geminaciones:

Fabio, las esperanzas cortesanas
prisiones son do el ambicioso muere
y donde al más activo nacen canas
;

el que no las limare o las rompiere
ni el nombre de varón ha merecido,
ni subir al honor que pretendiere
.

El ánimo plebeyo y abatido
elija en sus intentos temeroso
primero estar suspenso que caído
;

que el corazón entero y generoso
al caso adverso inclinará la frente
antes que la rodilla al poderoso
.

Más triunfos, más coronas dio al prudente
que supo retirarse, la fortuna,
que al que esperó obstinada y locamente.

Esta invasión terrible e importuna
de contrarios sucesos nos espera
desde el primer sollozo de la cuna…
A. Fernández de Andrada, Epístola moral a Fabio

La ditología se ha usado mucho, sobre todo en los siglos XVI y XVII tanto en prosa como en verso; a veces, en la prosa traducida, porque permite verter al castellano una palabra sin equivalente por medio de la unión de dos, como hizo Boscán en El Cortesano de Baltasar de Castiglione; en otras ocasiones, porque concede a la frase un suplemento rítmico, como es el caso del Modernismo y, como es frecuente en La Celestina, donde se usan parejas de sinónimos, uno cultismo y el otro patrimonial, para yuxtaponer los dos planos en conflicto dramático a lo largo de la obra y permitir una lectura similar para los que desconocen el lenguaje latinizante del siglo XV y para los instruidos. Así pues, la ditología puede tener las siguientes variantes:


  1. Ditología sinonímica; sirve como pleonasmo:

    Desde que Dios creó el mundo, ninguno formó más astuto y sagaz... Lazarillo de Tormes

  2. Ditología antitética:

    Aquel dulce y amargo jarro…, Lazarillo de Tormes.

  3. Ditología explicativa:

    Si con mi sotileza y buenas mañas no me supiera remediar… Lazarillo de Tormes.

    Triste e flutuosa... Fernando de Rojas, La Celestina.

En algún autor, como por ejemplo en Fray Luis de León, que usa ditologías conjuntivas en su juventud y poco a poco va sustituyéndolas por ditologías yuxtapositivas, se experimenta una evolución en el uso de la ditología, de forma tal que se pueden datar sus composiciones mediante la medición del porcentaje de variantes en el uso de este recurso, reiterado por igual en el verso y en la prosa:

Es Torquemada el habilitado de aquel infierno en que perecen desnudos y fritos los deudores; hombres de más necesidades que posibles; empleados con más hijos que sueldo; otros ávidos de la nómina tras larga censantía; militares trasladados de residencia, con familión y suegra por añadidura; personajes de flaco espíritu, poseedores de un buen destino, pero con la carcoma de una mujercita que da tés y empeña el verbo para comprar las pastas; viudas lloronas que cobran el montepío civil o militar y se ven en mil apuros; individuos diversos que no aciertan a resolver el problema aritmético en que se funda la existencia social, y otros muy perdidos, muy faltones, muy destornillados de cabeza o rasos de moral, tramposos y embusteros. Pues todos estos, el bueno y el malo, el desgraciado y el pillo, cada uno por su arte propio, pero siempre con su sangre y sus huesos, le amasaron al sucio de Torquemada una fortunita que ya quisieran muchos que se dan lustre en Madrid… B. Pérez Galdós, Torquemada en la hoguera.