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Aliteración

Repetición de un sonido al menos dos veces en un verso de arte menor, o al menos tres veces en un verso de arte mayor. Constituye el recurso fundamental (el único que puede acuñar verso) en la poesía germánica antigua de los escaldas, donde el verso debe tener al menos tres palabras que empiecen por el mismo sonido.

E cade cuomo un corpo morto cade (D. Alighieri)

En verdes hojas vi que se tornaban... (Garcilaso)

Es de empleo frecuente en los trabalenguas, así como en los textos compuestos para enseñar a los niños a pronunciar determinado sonido:

El perro de San Roque
no tiene rabo
porque Ramón Rodríguez
se lo ha cortado.

Los trabalenguas también se utilizan por shibbolethismo, para reconocer mediante una especie de test de pronunciación a quienes no son del todo autóctonos; durante la Guerra de Sucesión, los catalanohablantes, que eran austracistas, forzaban a decir a aquellos que sospechaban que no lo eran: Setze jutges d’un jutjat mengen fetge d’un penjat ("Dieciséis jueces de un juzgado comen del hígado de un colgado").

Una variante del recurso, que hace que el verso se “oiga” con más nitidez y claridad, consiste en situar el acento en vocales de distinto timbre, como en el endecasílabo de Garcilaso anterior, con lo que resaltan más mientras que los demás sonidos, repitiéndose, constituyen un fondo neutro, lo que se viene a llamar armonía vocálica. Rubén Darío lograba espléndidas sonoridades acumulando aliteraciones en versos con disposición vocálica armónica:

De góndolas y liras en los lagos…

Bernardo de Balbuena e incluso Góngora, que también utilizaba curiosas simetrías fónicas entre comienzos y fines de verso, emplearon con frecuencia armonías vocálicas:

En los pinares del Júcar
vi bailar a unas serranas,
al son del agua en las piedras
y al son del viento en las ramas... Góngora

Obsérvese además la recurrencia de las sílabas ar (pinares, Júcar, bailar), ra (serranas, piedras, ramas) y as (unas, serranas, piedras, ramas) y las aliteraciones constantes en l, r, consonantes líquidas y por tanto las más sonoras, y en s, cuya función es onomatopéyica (indicar la fluidez y soltura del aire, del agua y de las serranas), fuera de otras secundarias en n y b.