Go to content Go to navigation Go to search

Enumeración

Consiste en ir desgranando una a una las partes que constituyen un todo; entonces se denomina enumeración simple; si se emite un juicio de valor sobre cada una de ellas, entonces se denomina distribución:

Era mintroso, bebdo, ladrón e mesturero,
tahúr, peleador, goloso, refertero,
reñidor e adevino, suzio e agorero,
nesçio e pereçoso: tal es mi escudero…
Juan Ruiz, Libro de Buen Amor

Según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, abusos que mejorar y deudas que satisfacer… Cervantes, Quijote.

En esos programas que llaman del «corazón» y que en realidad son de la entrepierna, aparecen como protagonistas zorrastrones de oficio, rufianes de profesión, pichis de distintos barrios, chulos de varias etnias, putones desorejados, pupilas de burdeles a la greña, famosos de colchón, tenorios de ancianas, carne batida y reparada por la cirugía estética, exuberancias de silicona, monfloritas de cartel, cornudos hasta los codos, que diría Quevedo, rastrillando con las dos sienes por un puñado de monedas, tiorras y culiembudos, toda la corte de la miseria humana. Jaime Campmany.

Si no existe un criterio que unifique la serie, se denomina enumeración caótica, característica de poetas como Whitman o de herederos suyos, como Pablo Neruda o Borges, cuya función es expresar, de forma expresionista e incompleta, bien la amplitud del cosmos, bien un desorden o angustia metafísica:

Ante la cal de una pared que nada nos veda imaginar como infinita
un hombre se ha sentado y premedita trazar con rigurosa pincelada
en la blanca pared el mundo entero: puertas, balanzas, tártaros,
jacintos, ángeles, bibliotecas, laberintos, anclas, Uxmal, el infinito, el cero.
J. L. Borges, La suma.

En la omnistúpida Biblioteca de Babel de Borges, que no en vano fue antes bibliotecario y llena sus poemas y cuentos de catálogos, cualquier selección de libros se ofrece como insatisfactoria, y rebela el absurdo e insuficiencia de la existencia humana:

La historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, el evangelio gnóstico de Basílides, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas…

En sus intentos por expresar la insuficiencia de la razón humana, Borges llega a catalogar con el arbitrario y convencional orden alfabético una serie de refencias autoexcluyentes, incluyendo incluso en el apartado h) la paradoja de Russell:

Los animales se clasifican en a) pertenecientes al emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) lechones, e) sirenas, f) fabulosos, g) perros sueltos, h) incluidos en esta clasificación, i) que se agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l) etcétera, m) que acaban de romper el jarrón, n) que de lejos parecen moscas.

El uso reiterado de este recurso revela al escritor de imaginación torrencial, como por ejemplo Juan Ruiz o Lope de Vega, cuyo portentoso poder creativo se apercibe en la abundancia de enumeraciones que esmalta sus escritos:

Cosas la Corte sustenta
que no sé cómo es posible.
¡Quién ve tantas diferencias
de personas y de oficios
vendiendo cosas diversas!
Bolos, bolillos, bizcochos,
turrón, castañas, muñecas,
bocados de mermelada,
letuarios y conservas;
mil figurillas de azúcar,
flores, rosarios, rosetas,
rosquillas y mazapanes,
aguardientes y canela;
calendarios, relaciones,
pronósticos, obras nuevas…
Lope de Vega, La moza de cántaro, II.

La enumeración correlativa consiste en asociar dos series cuyos elementos están relacionados; en este caso, además, se hace con orden invertido:

Ojos, oídos, pies, manos y boca,
hablando, obrando, andando, oyendo y viendo,
serán del mar de Dios cubierta roca…
Fr. de Aldana, Epíst. a Arias Montano.

Logra un milagroso ejemplo de triple correlación trimembre en tres versos un gran técnico literario como fue Lope de Vega:

El puerto, el saco, el fruto, en mar, en guerra,
en campo, al marinero y al soldado
y al labrador anima y quita el sueño…
Lope de Vega, Rimas, LXXVI

La enumeración recolectiva es un recurso manierista que consiste en reunir para la conclusión en unos pocos versos de la poesía o en una frase de la prosa una serie de elementos diversos que anteriormente se han desarrollado en el poema con más espacio. Este es un hermoso ejemplo de Calderón:

JUSTINA:

Aquel ruiseñor amante
es quien respuesta me da
enamorando constante
a su consorte, que está
un ramo más adelante.
Calla, ruiseñor, no aquí
imaginar me hagas ya
por las quejas que te oí
como un hombre sentirá
si siente un pájaro así.
Mas no: una vid fue lasciva
que, buscando fugitiva
va el tronco donde se enlace,
siendo el verdor con que abrace
el peso con que derriba.
No así con verdes abrazos
me hagas pensar en quien amas,
vid, que duraré en tus lazos,
si así abrazan unas ramas
como enraman unos brazos.
Y si no es la vid, será
aquel girasol, que está
viendo cara a cara al sol,
tras cuyo hermoso arrebol
siempre moviéndose va.
No sigas, no, tus enojos,
flor, con marchitos despojos,
que pensarán mis congojas:
“si así lloran unas hojas,
¿cómo lloran unos ojos?”.
Cesa, amante ruiseñor,
desúnete, vid frondosa,
párate, inconstante flor,
o decid: ¿qué venenosa
fuerza usáis?

TODOS CANTAN: Amor, amor. El mágico prodigioso.