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Eufemismo

Sustitución de una palabra o frase por otra para disimular la crudeza, vulgaridad o gravedad de la original, es decir, dulcificación. Es el mecanismo opuesto al disfemismo o la demonización, en tanto que intenta hacer pasar o tolerar algo intrínsecamente malo:

Interrupción voluntaria del embarazo / Aborto
Paseo / Ejecución
Daños colaterales / Muerte de civiles
Relaciones impropias / Adulterio
Desaconsejar / Prohibir
Relevo / Cese
Recluso
o interno / Preso
Establecimiento penitenciario / Cárcel
Limpieza étnica / Matanza racista

El lenguaje coloquial lo utiliza para esquivar realidades que impresionan fuertemente a los seres humanos: la muerte, la locura y el sexo. Un ejemplo de esta dulcificación es que la palabra “cadáver” queda proscrita y en su lugar hay que referirse a “cuerpo”. También se evita tener que decir “morir” y parece más fino referirse a que las personas “fallecen”, aunque sea de forma violenta. Los “muertos” en un accidente o atentado no son tales sino “víctimas”. A las realidades anteriores se añaden también hechos desagradables u ofensivos, como las bajas funciones corporales o lo estéticamente feo; sin embargo, existen razones no sólo psicológicas, sino sociales que impulsan el eufemismo. El zapatero, por ejemplo, pondrá de letrero a su establecimiento “clínica del calzado”, y el panadero llamará orgullosamente a su panadería “boutique del pan”, y el delegado de limpieza o de basuras es todo un “jefe del área de eliminación de residuos sólidos urbanos”. Especialmente sensible es el lenguaje de la publicidad: así, por los anuncios de aparatos gimnásticos puede uno enterarse de que no tenemos culo, ni siquiera nalgas, sino glúteos, que alguien también llamó eufemísticamente donde la espalda pierde su nombre o hipocorísticamente (infantilmente) pompis. Joder o follar, considerados palabrotas, se disimularon invistiéndose del galicismo hacer el amor, que en la inmediata posguerra se usaba sólo como sinónimo de “cortejar” o “tirar los tejos”. A los homosexuales se alude como gente que entiende, es del ramo o pierde aceite.

Pasar a mejor vida / Morirse
Doblar el petate / Morirse
Padecer de los nervios / Estar loco.

La técnica para expresar este disimulo y evadir el rechazo o incomodidad en quien habla y/o escucha puede ser semántica o formal. Así existen prodedimientos semánticos como la sinonimia (purgar por ‘reprimir’), el circunloquio y la perífrasis (persona de movilidad reducida por ‘tullido’), la sinécdoque (vientre por ‘sexo’), la antonomasia meliorativa (carrera u oficio por ‘prostitución’), la metáfora (báculo por ‘pene’), el cultismo (Euménide por ‘Furia’), el infantilismo, que Cela denomina ñoñismo (pipí por ‘orina’), la antífrasis (pacificación por ‘aplastamiento militar’), la litote (no apto por ‘suspenso’), la negación (invidente por ‘ciego’, descomer por ‘cagar’), el tecnicismo o el extranjerismo (water, toilette por ‘cagadero’), el uso de expresiones comodín como “eso” o “aquello que te dije” etc…

También se emplean procedimientos formales fonéticos de semejanza o supresión (cordones por ‘cojones’), morfológicos (cabroncete por ‘cabrón’), sintácticos de atenuación o litotes, elipsis, zeugma etc… y gráficos o no estrictamente lingüísticos.

En el lenguaje político y, por contagio de éste, en el periodístico, es frecuente hallar el llamado eufemismo de lo “políticamente correcto”. Así, en Norteamérica está mal considerado llamar negros a los afroamericanos, y en España estos prefieren que los llamen morenos. Por ejemplo, al salario justo se ha llamado sucesivamente salario suficiente, salario familiar, salario vital, salario mínimo y salario razonable. A los “contratos a tiempo parcial” se reaccionó con la denominación despectiva sindical “contratos basura”, que caló en el público, por lo que la autoridad ingenió la denominación “contratos no ordinarios”, que es la que ha servido para los documentos oficiales. Durante la dictadura de Franco, la palabra “huelga” no podía aparecer en los medios de comunicación, por lo cual la denominación semántica utilizaba era sumamente variable y eufemística: “conflicos colectivos”, “anormalidades laborales”, “inasistencias al trabajo”, “ausencias injustificadas”, “paros parciales”, “abandonos colectivos”, “paros voluntarios”, “irregularidades laborales”, “fricciones sociales” y un extenso y pintoresco etcétera.